18 ene 2011

“Un propósito sin un plan… no es más que un sueño”


No basta con enumerar mentalmente los propósitos, es necesario anotarlos y luego trabajar sobre ellos hasta lograr convertirlos en realidad. La mejor receta consiste en seguir un proceso basado en un plan. Conozca los cinco pasos que se deben seguir.

La transición hacia el nuevo año es un momento propicio de hacer un alto en el camino para reflexionar sobre nuestra vida, realizar una limpieza mental, cargar pilas y reasumir el nuevo período con renovado vigor.

Pero no basta con enumerar mentalmente los propósitos… es necesario anotarlos y luego trabajar sobre ellos disciplinadamente hasta lograr convertirlos en realidades. La mejor receta para convertir un propósito en realidad consiste en seguir un proceso basado en un plan… un plan financiero, cuando se trata de temas relacionados con dinero.

El ahorro, la empresa, la vivienda, ese viaje que ansiamos realizar, o lo que sea que hayamos escrito en la lista para el nuevo año, vendrá a nosotros sólo si lo deseamos vehementemente. Y debemos demostrar ese deseo a través de un plan bien concebido que nos conduzca paso a paso hacia el objetivo deseado…

Si lo hacemos así, y tenemos el coraje y la persistencia necesarios para ejecutarlo, no habrá límites para lo que queramos: ¡podemos pensar en grande!, ¡aspirar a lo que hasta ahora considerábamos imposible!, ¡podemos soñar… podemos fantasear!… con altas probabilidades de que nuestras fantasías se hagan realidad. ¿Cómo diseñar el plan? Como en todas las cosas que queremos manejar eficientemente, existen procesos perfectamente estructurados que nos orientan para hacerlo bien.

El proceso que voy a resumirles se refiere básicamente al aspecto de las finanzas personales, a los objetivos financieros… pero el modelo aplica a cualquier otro aspecto de la vida, a cualquier objetivo… El proceso consta de cinco pasos:

Paso 1: Establecer los objetivos.

Los objetivos responden a las preguntas: ¿qué deseo?, ¿adónde quiero llegar? Una parte de la respuesta a las mismas se encontrará en la lista de propósitos. Pero, para convertir los propósitos en objetivos funcionales es necesario trabajar un poco sobre ellos. Tendremos que re-escribirlos incluyéndoles dos características fundamentales: la primera es que deben ser específicos y la segunda es que deben ser medibles. Por ejemplo decir: “Mi objetivo es ahorrar”, no pasa de ser una aspiración. Para convertirlo en objetivo deberemos escribirlo en forma más concreta, por ejemplo: “El 31 de diciembre de 2011 habré ahorrado $10.000.000”. Al especificarlo ya sabemos la magnitud del objetivo, y la fecha nos permite monitorear el avance de las acciones que vayamos ejecutando para lograrlo.

Paso 2: Analizar la situación actual.

La situación actual es la base de cualquier plan. Para analizarla debemos responder a la pregunta: ¿Dónde me encuentro ahora? La respuesta a esta pregunta, en el área de las finanzas personales, la encontramos en dos documentos que tendremos que preparar: a) el balance personal y b) el estado de ingresos y egresos. En el primero anotamos lo que tenemos y lo que debemos. Al restar la segunda cifra de la primera, obtendremos nuestro patrimonio. En el segundo debemos analizar los gastos vs. los ingresos, lo cual nos permitirá determinar cómo estamos administrando el dinero del día a día. El resultado de ese análisis nos mostrará si estamos generando un excedente para el ahorro o si estamos gastando más de lo que ganamos, caso en el cual será imposible alcanzar el objetivo de ahorrar los $10.000.000 en este año.

Paso 3: Definir las estrategias.

Se trata de la ruta que va a conducirnos desde la situación actual hasta los objetivos. Las estrategias responden a la pregunta: ¿Cómo puedo lograr mi objetivo? ¿Qué debo hacer para ahorrar $10’000.000 en 2011? La primera estrategia (fundamental para lograr cualquier objetivo financiero) es la preparar un presupuesto en el cual, como su nombre lo indica, vamos a pre-suponer (estimar) el dinero que recibiremos mensualmente y los gastos que tendremos que asumir. En el área de egresos incluiremos un renglón en el cual anotaremos el monto mensual que deberemos reservar mensualmente para lograr nuestro objetivo de reunir $10.000.000.

Una segunda estrategia, tan importante como la anterior, es la de llevar un control estricto de la plata, para asegurarnos de que el movimiento real (ingresos y gastos) se ajusta a lo que hemos presupuestado. Una tercera estrategia puede ser la de establecer un sistema que nos permita reservar automáticamente el monto establecido para el ahorro, de forma tal que éste vaya directamente de la fuente de ingreso a la cuenta de ahorro, sin que pase por nuestras manos.

Paso 4: Ejecutar las estrategias.

La ejecución es generalmente el paso más difícil del proceso. Una herramienta sencilla y efectiva para ayudarse en esta labor es la de escribir un plan de acción. Para ello se toma cada estrategia y se divide en pequeñas tareas concretas que deberemos ejecutar cronológicamente, día tras día. Mucha disciplina y persistencia serán necesarias para no retroceder en nuestro empeño e ir ajustando las tareas y adaptándolas a las circunstancias que vayan presentándose.

Paso 5: Monitorear periódicamente el plan.

Para garantizar el resultado de las estrategias es necesario hacer un seguimiento estricto del plan de acción. Semanalmente debemos hacer un alto en el camino para evaluar los resultados de las acciones que hemos acometido. ¿Están llevándose a cabo las tareas programadas? ¿Están cumpliéndose las estrategias? ¿Las estrategias planteadas están conduciéndonos hacia el logro de los objetivos? Si las actividades son realizadas concienzudamente y las estrategias han sido bien establecidas, el objetivo estará al alcance de la mano.

Si bien el plan terminado (escrito) es una extraordinaria herramienta para manejar los asuntos financieros, debe tenerse en cuenta que uno de los beneficios más importantes de la planificación es el proceso en sí mismo. Éste nos ayuda a pensar, investigar y poner a trabajar el cerebro para ordenar las ideas. Así que es fundamental tomarse su tiempo para prepararlo; elaborarlo con calma, cuidado y mucho cariño. Es una labor importante que nos encausa hacia una mejor calidad de vida, para nosotros y para nuestras familias.

tomado de;www.finanzaspersonales.com